La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) es una forma eficaz de tratamiento psicológico prácticada por una gran mayoría de terapeutas en todo el mundo. La base teórica y empírica de la TCC sugiere que nuestros pensamientos, emociones, sensaciones físicas y conducta están conectados de forma recíproca, y que lo que pensamos y hacemos afecta a cómo nos sentimos.
Miles de estudios de investigación han demostrado que la TCC es un tratamiento eficaz para diversos trastornos a lo largo de la vida; es eficaz en niños, adolescentes, adultos y también los ancianos pueden beneficiarse de ella. La TCC es flexible: se ha demostrado su eficacia en formato presencial, online y en programas de autoayuda.
Por qué es importante la Terapia Cognitivo-Conductual
La función del comportamiento en la determinación de nuestras reacciones emocionales se conoce bien desde la antigüedad hasta la modernidad. Aristóteles declaró en su Ética a Nicómaco que «Es actuando con valentía como nos volvemos valientes», mientras que Goethe decía que «Para curar las dolencias psíquicas… el entendimiento no sirve de nada, el razonamiento de poco, el tiempo de mucho, pero la acción resuelta lo es todo”.
Esta es la idea fundamental de Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): que nuestras cogniciones (pensamientos u otros procesos mentales) y nuestra conducta (externa e interna) influyen en cómo nos sentimos, y viceversa. Esto significa que los pensamientos y los sentimientos median entre lo que nos ocurre y nuestra respuesta a ello.
Los modelos cognitivo-conductuales han contribuido significativamente tanto a la comprensión como al tratamiento de una amplia gama de problemas de salud mental y regulación de las emociones. La TCC no sólo se deriva de una explicación teórica convincente del funcionamiento humano, sino que también se basa en conceptos y principios sólidos que han permitido el desarrollo de una serie de protocolos y técnicas de tratamiento eficaces, en contextos clínicos públicos y privados, también en el ámbito de la educación y la salud comunitaria.
En consecuencia, la TCC es actualmente un componente fundamental de los servicios ofrecidos a las personas con problemas de salud mental y puede utilizarse en combinación con otros enfoques terapéuticos, como el uso de psicofármacos, pese a que aventaja de largo a éstos en eficiencia y seguridad.
La eficacia de la TCC desde una perspectiva basada en la evidencia se ha ilustrado sistemáticamente en la literatura de investigación académica y clínica durante los últimos 50 años. (p. ej.: Hoffmann et al, 2012, Van Agteren et al, 2021)
En los últimos años, la TCC se ha convertido en el modelo dominante de terapia psicológica y su uso está cada vez más extendido, para problemas que van desde ansiedad y depresión, adicciones, problemas de pareja, hasta el dolor crónico, insomnio y trastorno mental grave. Las pruebas de su eficacia hacen que sea una intervención recomendada para la mayoría de problemas de salud mental en las directrices de práctica clínica.
Principios de la Terapia Cognitivo-Conductual
Es importante enfatizar que los avances en la TCC se han hecho sobre la base tanto de la investigación como de la práctica clínica. De hecho, la TCC es un enfoque para el cual existe amplia evidencia científica de que los métodos que se han desarrollado realmente producen cambios en los entornos naturales en que se aplican. De esta forma la TCC se diferencia de muchas otras formas de tratamiento psicológico.
La TCC se basa en varios principios básicos:
- Los problemas psicológicos se basan, en parte, en formas aprendidas de pensar distorsionadas y sesgadas que no son útiles para la vida de la persona.
- Los problemas psicológicos se basan, en parte, en patrones aprendidos de comportamiento ineficaz y problemático.
- Puedes aprender mejores formas de afrontamiento para aliviar el sufrimiento y fomentar el autocuidado en tu vida.
- El tratamiento de la TCC generalmente implica un esfuerzo para cambiar los patrones de pensamiento y acción. Estas estrategias pueden incluir:
- Aprender a reconocer las distorsiones de pensamiento (sesgos cognitivos) que te están creando problemas y luego re-evaluarlos a la luz de la realidad.
- Obtener una mejor comprensión del comportamiento y la motivación de los demás.
- Usar habilidades de resolución de problemas para hacer frente a situaciones difíciles.
- Aprender a desarrollar un mayor sentido de confianza en tus propias capacidades.
El tratamiento en la TCC también suele implicar un esfuerzo en cambiar los patrones de conducta. Estas estrategias pueden incluir:
- Aprender a acercarte a tus miedos en lugar de evitarlos, poniendo a prueba creencias, pensamientos y posiblemente, una visión sesgada de las cosas.
- Usar la práctica y el entrenamiento en habilidades (sociales, afectivas, de manejo de situaciones, etc.) para prepararte para interacciones potencialmente problemáticas con los demás.
- Aprender a calmar la mente, relajar el cuerpo, regular la atención y ampliar el foco de la consciencia (por ejemplo, mindfulness).
- Realizar actividades que eleven el estado de ánimo para activarte física y mentalmente.
No todos los terapeutas utilizarán todas estas estrategias con todos los pacientes. El terapeuta y el paciente trabajan juntos, de manera colaborativa, para desarrollar una comprensión del problema y desarrollar una estrategia consensuada de tratamiento.
La TCC pone énfasis en ayudar a que aprendas a ser tu propio terapeuta. A través de ejercicios en sesión, así como «tareas para casa” a realizar en el tiempo entre sesiones, que te ayudarán a desarrollar habilidades de afrontamiento, mediante las cuales puedes aprender a flexibilizar pensamientos, regular emociones y desarrollar cambios de conducta.
Los terapeutas TCC se centran en lo que está sucediendo en la vida actual de la persona, más que en aquello que ha provocado las dificultades. No obstante, es importante conocer tu desarrollo biográfico y cómo has adquirido en tu historia de vida diversos esquemas cognitivos, hábitos y sistemas de creencias.
Cómo se trabaja en Terapia Cognitivo-Conductual
Para empezar, debemos establecer una buena relación de trabajo (alianza terapéutica), condición esencial para que la TCC (o cualquier otro enfoque) funcione. En este contexto, se ha acuñado el término empirismo colaborativo; esto implica que tanto paciente como terapeuta trabajamos como un equipo científico: los pacientes son expertos en sus propios problemas, los terapeutas son expertos en las técnicas adecuadas para trabajar esos problemas.
De forma conjunta, por ejemplo, ponemos a prueba si la creencia “sesgada” de los pacientes es correcta y si cierta técnica es útil para reducir esa creencia. Para hacerlo, los terapeutas aplican una forma de “dialogo socrático» (para más información consultar por ejemplo, Beck, 2020) que ayuda a los pacientes a reflexionar y desafiar su forma de pensar disfuncional. Esto, a su vez, debería ampliar tu perspectiva y ayudarte a obtener un nuevo conocimiento, seguido de formas de pensar más funcionales. Estas técnicas, así como la actitud del terapeuta al aplicarlas, a menudo se resumen mediante el término general descubrimiento guiado, que representa otro principio importante de la TCC.
Además, la TCC está estructurada y orientada a objetivos, es decir, se identifican problemas específicos, seguidos de objetivos y metas sobre cómo abordar estos problemas. Esto podría implicar enseñarte cómo identificar tu objetivo o cómo distinguir entre metas a corto y largo plazo. También puede incluir ayudarte a establecer objetivos SMART (eSpecíficos, Medibles, Alcanzables, Relevantes y concertados en Tiempo), con un enfoque tanto en el proceso como en el resultado final.
La TCC tiene un límite de tiempo (flexible) y, en caso de que no exista comorbilidad grave, trauma o trastornos de personalidad coexistentes, es bastante breve.
La terapia se organiza a lo largo de un número limitado de sesiones. El número de sesiones necesarias variará en función de la naturaleza y gravedad del problema del cliente. Normalmente, las sesiones son semanales, duran una hora y se desarrollan a lo largo de un período de entre 10 – 20 sesiones, pero puede ser bastante más corto o más largo. Una vez finalizado el tratamiento, se suelen acordar algunas sesiones de seguimiento espaciadas en el tiempo para revisar y mantener los progresos y para la prevención de recaídas.
¿En qué tipo de problemas puede ayudar la Terapia Cognitivo-Conductual?
En las numerosas investigaciones sobre las psicoterapias conductuales y cognitivas, se ha demostrado que es una forma eficaz de psicoterapia, en particular para los siguientes problemas:
- Ansiedad y ataques de pánico
- Fobias (por ejemplo, agorafobia, fobia social)
- Síndrome de fatiga crónica y fibromialgia
- Depresión
- Trastorno obsesivo-compulsivo
- Trastornos alimentarios
- Problemas sexuales y de pareja
- Problemas de infancia y adolescencia
- Problemas generales de salud, y trastornos somatoformes
- Dolor crónico
- Hábitos nerviosos (por ejemplo, tics)
- Enfado patológico y descontrol de la ira
- Abuso de drogas o alcohol
- Esquizofrenia y psicosis
- Trastorno bipolar
- Trastorno de estrés postraumático
- Trastornos del sueño
Terapia Cognitivo-Conductual y Terapias de Tercera Generación
En los últimos 20 años se ha producido un importante desarrollo de las que se han denominado Terapias de Tercera Generación de la TCC (Hayes, 2004) por ejemplo, la Terapia Cognitiva Basada en Mindfulness (MBCT), la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y la Terapia Centrada en la Compasión (CFT).
Algunos de estos enfoques se centran explícitamente en las cogniciones, por ejemplo, los enfoques centrados en la compasión que incluyen trabajo con imágenes y otras técnicas experienciales para fomentar formas de pensar más compasivas con uno mismo. Otros, como los enfoques basados en Mindfulness y ACT, pueden no tener como objetivo principal los cambios en el pensamiento, ni siquiera como parte de su conceptualización, pero pueden considerarse afines al enfoque cognitivo porque inducen cambios en las creencias metacognitivas.
Por ejemplo, mediante el acto de observar atentamente los pensamientos y no dejarte “enredar” por patrones de respuesta poco útiles, aprendes a interpretar tus pensamientos como eventos mentales pasajeros en lugar de hechos verdaderos sobre los que hay que actuar. Por lo tanto, las técnicas desarrolladas en el contexto de la TCC de tercera generación también pueden incorporarse a enfoques cognitivos más clásicos.
Los desarrollos más recientes en este campo hacen hincapié en los procesos de cambio utilizando un enfoque transdiagnóstico basado en la persona con un análisis funcional y contextual. Esto contrasta con el enfoque psiquiátrico centrado en la enfermedad, nomotético y lineal (véase Hofmann & Hayes, 2019). Este movimiento introduce un cambio fundamental en la ciencia clínica y es probable que introduzca nuevos y mejores métodos para estudiar el cambio a través de la psicoterapia.
Conclusiones y Ventajas clave de la Terapia Cognitivo-Conductual
- Hoy en día, la TCC es una de las formas de tratamiento mejor estudiadas. Se ha demostrado que es eficaz en el tratamiento de una variedad de problemas de salud mental.
- Te ayuda a desarrollar patrones de pensamiento más saludables al tomar conciencia de los pensamientos negativos y, a menudo, poco realistas que condicionan tus sentimientos y estados de ánimo.
- Es una opción de tratamiento eficaz a corto plazo, ya que, con frecuencia, la mejoría se nota en 5 a 10 sesiones.
- Es eficaz para una amplia variedad de problemas emocionales y comportamientos problemáticos.
- A menudo es más asequible y breve que otros tipos de terapia.
- Es eficaz ya sea que la terapia se realice online o de forma presencial (Kumar et al, 2017).
- Aunque es posible combinarla con tratamiento farmacológico, puede ser de mayor ayuda al reducir la necesidad de tomar medicación psiquiátrica.
- Uno de los mayores beneficios de la terapia cognitivo-conductual es que te ayuda a desarrollar habilidades de afrontamiento te serán útiles tanto ahora como en el futuro (algo que no te enseñará ningún psicofármaco).
Referencias bibliográficas
Beck, J. S. (2020). Cognitive behavior therapy: Basics and beyond. (3ª Ed.) Guilford Press.
Hayes, S. C. (2004). Acceptance and commitment therapy, relational frame theory, and the third wave of behavioral and cognitive therapies. Behavior Therapy, 35(4), 639–665. https://doi.org/10.1016/S0005-7894(04)80013-3
Hofmann, S. G., Asnaani, A., Vonk, I. J., Sawyer, A. T., & Fang, A. (2012). The efficacy of cognitive behavioral therapy: A review of meta-analyses. Cognitive Therapy and Research, 36(5), 427–440. https://doi.org/10.1007/s10608-012-9476-1
Hofmann, S. G., & Hayes, S. C. (2019). The future of intervention science: Process-based therapy. Clinical Psychological Science, 7, 37–50. https://doi.org/10.1177/2167702618772296
Kazantzis, N., Luong, H. K., Usatoff, A. S., Impala, T., Yew, R. Y., & Hofmann, S. G. (2018). The processes of cognitive behavioral therapy: A review of meta-analyses. Cognitive Therapy and Research, 42(4), 349–357. https://doi.org/10.1007/s10608-018-9920-y
Kumar V, Sattar Y, Bseiso A, Khan S, Rutkofsky IH. The effectiveness of internet-based cognitive behavioral therapy in treatment of psychiatric disorders. Cureus. 2017;9(8):e1626.
Van Agteren, J., Iasiello, M., Lo, L., Bartholomaeus, J., Kopsaftis, Z., Carey, M., & Kyrios, M. (2021). A systematic review and meta-analysis of psychological interventions to improve mental wellbeing. Nature Human Behaviour, 5(5), 631-652.